Lecturas Martes 25 de Diciembre

Misa de Medianoche

Isaías 9, 1-3 y 5-6
Salmo 95
Carta a Tito 2, 11-14
Evangelio según San Lucas 2, 1-14

Toda una vida


A veces separamos la Navidad del resto de nuestras vidas. La vemos como un paréntesis en medio del ajetreo del fin de año. A veces separamos el Nacimiento de Jesús del resto de su vida. Lo vemos como un milagro, como algo “hermoso” que poco y nada tiene que ver con su mensaje, muerte y resurrección. Pero en realidad, desde la Encarnación hasta la pasión hay un solo movimiento de Dios, es casi una obsesión por asumir cada vez más lo humano. San Ignacio de Loyola, lo expresa muy bien en el libro de los Ejercicios Espirituales, María y José sufrieron bastante para que Jesús pudiera nacer, y todo este esfuerzo para que finalmente muera en la cruz. La Salvación es un regalo, pero que viene desde abajo. Jesús asume todas nuestras dificultades, todos nuestros dolores, todas nuestras muertes, para entregarnos su vida plena. Una vida que encuentra su sentido en compartirla con los marginados.

Andres

Mezcla

Mis pies no desean flotar:
han elegido el barro.
(La semilla germina y crece sin que el hombre sepa)

Mi espíritu no ha levantado el vuelo:
ansía bajar.
(Yo soy el camino, la verdad y la vida)

Mis manos han renunciado ser alas:
prefieren acariciar.
(Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes)

Ignacio

Nota del Editor
: las citas bíblicas están tomadas de Mc. 4, 27; Jn. 14, 6, y Mt. 26, 28-28.

Díptico 1: Ternura

A mi mamá.


Quiero estar de nuevo en tus brazos, madre,
como cuando me protegías del mundo
y bebía de la vida que brotaba de tus pezones.

Quiero que con cariño me vuelvas a enseñar a caminar
y que me levantes como lo hacías cada vez que tropezaba.

Quiero aprender nuevamente las palabras de tu boca
y repetir las plegarias junto a ti.

Quiero que me acojas, madre,
como lo hacías con los mendigos cuando tocaban nuestra puerta.

Quiero comer como antes de tu pan
que imitándote aprendí a compartir.

Quiero ver desde tus ojos, con paciencia,
la semilla de mostaza crecer y al jornalero podar la vid.

Quiero que me recibas, madre,
cuando baje
muerto
de esta cruz.

Ignacio


Nota del Editor: este poema está escrito inspirado en el cuadro de Guayasamin que tiene ese título.

Díptico 2: La Pietà


De nuevo en mis brazos, hijo mío,
como cuando eras un recién nacido
y mi pecho se estremecía ante tu llanto…

De nuevo en mis brazos,
como cuando eras bebé
y en mi seno germinaba la leche que te hacia crecer…

De nuevo en mis brazos,
como cuando de niño
ante una caída te recogía...

De nuevo en mis brazos,
como cuando eras joven
y pedías mis consejos…

De nuevo en mis brazos,
como cuando grande
sollozaste ante la tumba de tu padre…

De nuevo en mis brazos, hijo mío,
como cuando te bajaron de esa cruz…
¡Pero ahora estás vivo para siempre!

Ignacio

Peligrosa amnesia

Es tan fácil olvidar que naciste en un pesebre.
Es tan fácil olvidar que fuiste un desconocido carpintero.
Es tan fácil olvidar que no convertiste en pan las piedras
(pero sí el agua en vino).
Es tan fácil olvidar que nos enseñaste a no ser los primeros.
Es tan fácil olvidar que no te defendiste cuando te acusaron.
Es tan fácil olvidar que unas sábanas ordenadas en el sepulcro
fueron la esperanza de los que te seguían.
Y que te reconocieron recién cuando mostraste tus heridas.

Ignacio

Nota del Editor: las citas bíblicas están tomadas de Lc. 2, 16; Mt. 13, 54-58; Lc. 4, 3-4; Jn. 2, 7-9; Lc. 14-7-11; Mc. 15, 3-5; Jn. 20, 7-8; y Jn. 20, 19-20.

La Segunda Contemplación es del Nacimiento


El primer preámbulo es la historia: y será aquí, cómo desde Nazaret salieron Nuestra Señora grávida casi de nueve meses, como se puede meditar píamente asentada en una asna, y Jose, levando un buey para ir a Belén, a pagar el tributo que César echó en todas aquellas tierras.

El segundo preámbulo, composición, viendo el lugar: será aquí con la vista imaginativa ver el camino desde Nazaret a Belén, considerando la longura, la anchura, y si llano o si por valles o cuestas sea el tal camino; asimismo mirando el lugar o cueva del nacimiento, cuán grande, cuán pequeño, cuán bajo, cuán alto, y cómo estaba aparejado.

El primer punto es ver las personas, es a saber, ver a Nuestra Señora y a José y al niño Jesús, después de ser nascido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia posible; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.

El segundo punto: mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y reflictiendo en mí mismo, sacar algún provecho.

El tercer punto: mirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nascido en suma pobreza, y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, y de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí; después reflictiendo, sacar algún provecho espiritual.

Ignacio de Loyola

Nota del Editor. Estos puntos para rezar con la imaginación y meditar corresponder a los números de los Ejercicios Espirituales 110-116, de San Ignacio (fundador de la Compañía de Jesús)