Lecturas Domingo 29 de Abril


Hechos de los Apóstoles 13, 14 y 43 - 52
Salmo 100
Apocalipsis 7, 9 y 14 - 17
Evangelio según San Juan 10, 27 – 30

Yo soy el buen pastor


Para un pueblo que vivió muchos años del pastoreo es fácil entender la metáfora del piño de ovejas y del pastor. De ahí que esta imagen esté presente tantas veces en el Antiguo Testamento: en el sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham, en la piel que Jacob usa para robar la primogenitura a su hermano Esaú, en la salida de Egipto y la celebración pascual, y en la profecía de Isaías sobre el cordero que será llevado a matadero.

Sin embargo, será Ezequiel quien utilizará esta imagen del rebaño de un modo terrible. Dedica un capítulo entero para enfrentarse a los pastores del pueblo que se han ‘apacentados a sí mismos’ y han descuidado del rebaño (Ezequiel 34). Les reprocha no haber cuidado a las más débiles ni curado a la herida; no han salido a buscar a la descarriada cuando estaba perdida y, en vez de esto, las han tratado con violencia y dureza. Por culpa de ellos, las ovejas andan dispersas y se han convertido en presa fácil de todas las fieras del campo. Se les había confiado el cuidado de todo el pueblo, y sólo han carneado y comido ‘asaditos de cordero’. ¿Qué hará Dios?: ya no enviará pastores que se ‘pasen de listos’, sino que Él mismo vendrá a apacentar su rebaño.

Por eso no es casual que Jesús sea llamado ‘buen pastor’. Siguiendo la profecía de Ezequiel, Dios mismo ha venido a dar la vida por las ovejas. Y no sólo eso: para que ninguna tenga que morir, él mismo se ha hecho cordero pascual.

Como cualquiera, estoy tentado de alegarle a Dios por nuestros pastores. Acusaría a todos quienes nos trasportan apiñados en micros, y a quienes denigran el oficio político-pastoril sin medir las consecuencias que esto significará en el futuro. Que algunos nos tratan de reunir apelando a relamidos valores patrios o deportivos, y que otros hablan en un lenguaje tan extraño que se hace imposible seguirlos. Me cansaría de darle los nombres de cada ‘panzón’ que se aprovecha del esfuerzo ajeno y, más encima, alega cuando no le tienen todo servido. Y cuando tenga listo el cuchillo para trasquilar a alguno de ellos, Jesús me mirará, cerrará un ojo y dirá: ‘Nadie me arrebatará de la mano a mis ovejas (…) Yo y el Padre somos uno’.

Mario

Espera


Fernando no ha vuelto.
¿Podemos seguir esperando?

Fueron “insensatos y ciegos”.

Son inventos, respondían.

Fuimos “insensatos y ciegos”.
Problemas técnicos, nuestra disculpa.

Somos todos igual de responsables,
porque ¡Fernando aun no vuelve!

Ignacio


Insensatos y ciegos" es una cita de Mt. 23, 17.
Fernando ha vuelto” es el título de un documental que mostraba cómo se identificó a un detenido desaparecido por medio de sus osamentas, y lo que significaba, para su familia, enterrarlo después de tanto tiempo.
Hace un año explotó el escándalo del Servicio Médico Legal. Confundieron las identidades de las osamentas encontradas en el Patio 29.

Sirvan al Señor con alegría

¡Aclame al Señor, toda la tierra,
Sirvan al Señor con alegría…!


Aunque los acontecimientos de violencia que hemos conocido durante las últimas semanas, a nivel internacional, con las masacres de Dafur, Irán, Virginia, o las ocurridas en nuestro país, donde jóvenes desesperanzados se agreden, llegando, incluso, a acabar con sus vidas o las de sus prójimos, parecieran desmentir la alabanza, la realidad es que... el Señor es Dios, Él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de su pasto.

Estamos en esta Tierra porque Dios nos amó, somos seres en relación, vivimos y nos desarrollamos en comunidad y, a pesar de las apariencias, que a veces nos desalientan…, por la muerte y Resurrección de Jesús, todos nosotros, de cualquier nación, raza y pueblo hemos sido vivificados en la sangre del cordero que nos conduce a las fuentes de agua viva donde Dios enjuga todas nuestras lágrimas.

Para que esto se haga realidad Dios cuenta con nosotros: “Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra”. Esto sólo será posible si escuchamos y seguimos la voz del Pastor, Aquel que dio hasta la última gota de su sangre para que yo tenga vida y vida en abundancia.

Es necesario partir desde uno mismo, disponer de mi corazón para escuchar con humildad y hacer míos los criterios de mi Pastor: Jesús.


Cuando se ahonda en intimidad con el Señor y descubro que Él dio su vida por mí, que me llama por mi nombre, que me mira a los ojos, que me conoce, me acepta y me ama con todas mis miserias y grandezas, mi vida se transforma y experimento el frescor, la paz y la alegría de las fuentes de aguas vivas prometidas, que me conducen a luchar por la justicia, solidaridad y compromiso con los otros.

Que el Señor de la vida nos ayude a vivir en la abundancia de su amor, llenos de esperanza y sirviéndolo con alegría en nuestros hermanos para que disminuyan los temores que generan la violencia.


Judith Maiza