Lecturas Domingo 6 de Mayo


Hechos de los Apóstoles 14, 21 - 27
Salmo 145
Apocalipsis 21, 1 - 5
Evangelio según San Juan 13,
31 - 35

Fragilidad


A medida que pasan los años, uno se va topando con la propia fragilidad. Con dolor descubrimos que la vida es complicada y que no tiene una banda sonora que avise cuándo reírse o cuándo dar el beso. Lo que recibimos, en cambio, es la precariedad de la propia existencia. Y aunque nos defendamos como ‘gato de espaldas’, las PLRs se encargan de mostrar que nuestra espina dorsal está conformada por nuestras pobrezas y miedos.

La adultez es, de alguna manera, la perdida de la ingenuidad y el conflicto con el superhéroe que creemos ser. Ya no aguantamos los dos tiempos del partido de fútbol, y cada vez terminamos más agarrotados. Los pantalones ya no cruzan con tanta facilidad. Así, el choque con la realidad nos muestra que hacer la cimarra en el colegio no fue algo tan provechoso ‘a la larga’, y que aprender el verbo ‘to be’ durante toda la enseñanza media dejó de ser chistoso hace tiempo. Con dolor vemos que la señora que nos acompaña ‘no era’ y que recién ahora, y luego de muchos años, sabríamos bien qué estudiar. Como un humilde cartonero frente a los flamantes automovilistas, revolvemos en la basura para encontrar ahí lo que alguna vez despreciamos. La trizadura, que comenzó con un pequeño piquete, atraviesa todo el parabrisa.

Pero estos porrazos ayudan mucho al reconocimiento de la propia fragilidad. Porque quien ha comido polvo, sabe que en eso nos convertiremos. Una miradita al propio sótano ayuda mucho a descubrir qué ocultamos de la luz solar o por qué, al terminar el día, quedamos frustrados y tristes. Incluso me atrevo a afirmar que sólo quien ha renegado muchas veces de Dios, sabe que en cada hombre habita un ateo que le impide creer del todo.

¿Será esta indigencia fundamental lo que Dios ama?
¿Será la desnudez que ocultamos a Su mirada lo que nos impide hacer el amor con la luz prendida?
Mario

El nacimiento de la comedia


Nietzsche se equivocó,
no se trata de voluntad de poder,
sino de necesidad de cariño.

Todo lo que hacemos es para buscar reconocimiento,
amor, aceptación.

Si Hitler mató a tantos fue por voluntad de cariño.
La vida que entregaron los héroes de la patria,
¿qué fue sino buscar admiración?

Las esculturas de Claudel, necesidad de cariño.
Van Gogh, en sus retratos, pedía a gritos ser querido.
Que Dios nos creara, ¡la más pura voluntad de cariño!

Las torpezas, las exageraciones,
los malos entendidos son necesidad de cariño.

El hombre que quiere triunfar
en el exigente mundo de los negocios.
Necesidad de cariño.
La mujer que se desvive por sus hijos.
Necesidad de cariño.
Los berrinches de púber.
Necesidad de cariño.

La mujer que quiere triunfar
en el exigente mundo de los negocios.
Necesidad de cariño.
El hombre que se desvive por sus hijos.
Necesidad de cariño.
Los berrinches de niño.
Necesidad –expresa– de cariño.

El éxtasis es la venta de cariño.

Y cuando creemos que ya nadie nos quiere,
solo resta el suicidio,
pues la vida no es otra cosa
que necesidad de cariño.

(Si escribo, lo reconozco,
es por voluntad de cariño).


Ignacio

Ciudades Nuevas... las necesitamos

¡Qué cosa más simple de decir, y más compleja de vivir que el mandato de Amar! Creo haber tenido pocas veces esa experiencia, y me ha cambiado el rumbo.

La nueva Jerusalén, ciudad eterna de la paz, la añoramos y la construimos cada vez que amamos. La revolucionaria novedad del evangelio, buena nueva, desarma todo anquilosamiento aparatoso: los caminos de la paz nos han sido mostrados por un niño en pañales, al que no cabe sino amar; también por el Nazareno,… ya se complica un poco la cosa: se juntaba con los cobradores de impuestos y las prostitutas, besaba a los leprosos, comía con pecadores, ponía el sábado al servicio del Hombre… hasta que no resistimos más y lo matamos.

¿Hacia qué novedad nos llamará el Señor hoy? Que el Espíritu del Señor resucitado nos siga desinstalando, y nos permita hablar nuevos lenguajes para transmitir y vivir sus promesas, y que esta se plasme en nuestras ciudades, para hacer de ellas otras Jerusalenes, ciudades de paz…


José Fco. Yuraszeck SJ