Lecturas Domingo 13 de Mayo



Hechos de los Apóstoles 15, 1 – 2 y 22 – 29
Salmo 67
Apocalipsis 21, 10 – 14 y 22 – 23
Evangelio según San Juan 14, 23 - 29

El Espíritu del amor


En clases de teología, mis profesores me enseñaron que la relación entre el Hijo y el Padre, es el Espíritu Santo. El gozo que el Padre tiene al entregarlo todo al Hijo, y la felicidad que tiene el Hijo de ser inundado por el amor del Padre, recibe ese nombre.

Gracias a Dios, la vida nos enseña que la metafísica de las fórmulas trinitarias sólo se entiende en la dinámica amorosa de dos amantes. El mismo pueblo de Israel, cuando trataba de graficar su relación con Dios, no dudaba en recurrir a la imagen marital para expresar el amor al que estaban llamados y la fidelidad que celosamente debían tener con Dios. Intuían que Su espíritu, presente en la creación del mundo, se traslucía cuando permitimos que otro reciba el ‘deseo’ de nuestro cuerpo o dejamos que nos acaricien con la mirada desde el otro lado de la almohada. El calor que envidiamos de la cama de nuestros padres, era lo más parecido al reclamo de ese Amor del cual hemos salido y en el cual queremos fundirnos.

Por eso, la relación que existe entre el Hijo y su Padre, y el llamado que Jesús hace a sus discípulos sólo se entiende en una dinámica amorosa. En la última cena –contexto del evangelio de este domingo-, Jesús no sólo ha lavado los pies de sus amigos y entregado su cuerpo y sangre. Como si fuera poco, invita a todo hombre y mujer a participar de la relación íntima que tiene con Dios, relación que preexiste al universo entero. ¿Por qué? Porque está enamorado, y lo único que quiere es compartir ese amor que lo desborda. No le basta afirmar que existe Dios o que es fundamento de toda su existencia, sino que lo transpira amorosamente y, por eso, no para de hablar de Él como su Papá. Le confiará por amor la vida entera en la cruz, para luego recibir en la resurrección todo su amor. Porque se sabe amado, no hace sino amar.

Puesto en estos términos, sería mucho más fácil para los casados o los pololos entender a Dios y su Espíritu. Tengo la impresión que sí. A mi juicio, es mucho más evidente entender quién es Dios y cómo actúa su Espíritu en una niña que juega con su zapato en la punta del pie, que en una ‘consoladísima’ oración. Sin embargo, quien ha pasado un buen rato gozando de esto, podrá reconocer con facilidad al Espíritu de Dios que invita a amar con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas en la vida consagrada. La vida entera será un canto amoroso, pasión por el Reino y celo por lo de Dios. El consagrado, igual que el casado, está invitado a vivir enamorado aun en medio de su evidente soledad. Dirá, como el más enamorado de todos: mi corazón no estará tranquilo hasta que descanse en Ti, pues sólo tu amor y gracia me bastan. ¿Habrá algún amante que pueda resistirse luego de escuchar esto? ¡Y es el lenguaje que el Espíritu suscita en nosotros! Ay de mí si no lo hablo.

Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios-Trino. Por eso buscamos incesantemente ‘vaciamos en otro’ y volvernos ‘una sola carne’, al mismo tiempo que no somos absorbidos en esa entrega amorosa.

Sólo quien establezca este tipo de relaciones, será hijo del Espíritu; su condición no será garantía de nada.
Sólo quien ame sabrá quién es Dios, porque Dios es amor.
Mario

Ser responsables

Comentar las lecturas del próximo domingo me llena de alegría y serenidad, en medio de este tumultuoso y demandante mundo, lleno de ídolos falsos, de obligaciones y de promesas de felicidad no cumplidas.

Muchos desde la educación temprana (entiéndase colegios, padres temerosos e inseguros debido a sus propias historias), tuvimos esa imagen de Dios como la de un Padre que se enojaba constantemente, que nos obligaba a realizar grandes, largas y dolorosas penitencias para así poder obtener su amor, y que incluso nos mandaba “pruebas” para evaluar el amor que le teníamos.

Pero que equivocados estábamos!!!!!!!! Esa es la buena noticia de hoy, esa es la verdadera salvación. Dios nos ama libres, felices, nos dio la libertad de elegir la vida que queremos… ahí esta el “tema”. Obviamente muchas veces no ocupamos bien nuestra libertad y le provocamos dolor a nuestro prójimo, a la madre tierra, y así a nosotros mismos. Recordemos que lo que le hacemos a nuestro prójimo, a nuestro medio ambiente, inevitablemente va a tener un efecto en nosotros, somos un todo, todos conectados. Esto nos llama a ser responsables con nuestros pensamientos, palabras y actos.

La luz y la salvación están aquí, es nuestra opción tomarlas o no. Para salvarnos no necesitamos pagar grandes impuestos, flagelarnos, dar grandes discursos; Dios no necesita de las grandes pomposidades de las que muchas veces, por un vacío interno, nos aferramos los hombres. EL es grande e infinito. EL esta presente en los más humildes de corazón, en los actos de justicia, en los momentos de alegría y reflexión, cuando somos capaces de ponernos en el lugar del dolor y aflicción del otro o cuando amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismo, incluso a nuestro enemigo.

Jesús murió y volvió al Padre, vino y nos mostró el camino, camino que cada uno verá si quiere seguir o no, seguro que EL, nuestro gran Padre, infinito en su amor y misericordia, nos esta esperando y se pondrá eternamente feliz cada vez que uno de sus hijos acepte su camino de salvación.

Paula Sierralta