Lecturas Domingo 15 de Abril

Hechos de los Apóstoles 5, 12 - 16
Salmo 118
Apocalipsis 1, 9 – 13 y 17 - 19
Evangelio según San Juan 20,
19 - 31


…¡y por todos mis compañeros!


En el segundo relato de la creación del mundo, se narra cómo Dios crea desde el barro a Adán y, del costado de éste, a Eva. A ambos se les entregaba el mundo entero y la familiaridad con Dios. Podían, cuando quisieran, pedirle a Dios una taza de azúcar o pasar a tomar té en su Casa. Viven cara a cara frente a la divinidad, sin nada que temer.

Como todos sabemos, esta relación se rompe. Apenas comen del fruto prohibido, descubren su desnudez y se vuelven temerosos. Tanto así que, cuando Dios los viene a invitar a columpiarse o mirar el atardecer juntos, ellos se esconden por miedo. ¿Por qué se escondieron?, dice con pena Dios. ¿Quién les dijo que no los perdonaría? Gracias a Adán y Eva, le tenemos miedo a Dios y creemos que andar ‘con la del bandido’ es nuestra vocación fundamental.

En una antigua homilía sobre el Sábado Santo, la Iglesia nos invita a ‘imaginar’ qué hizo Jesús mientras yacía muerto en el sepulcro. Luego de entregar su espíritu en la cruz, descendió hasta el fondo de la muerte y sus puertas: el Infierno. ¿Y a quién fue a buscar Jesús en ese lugar?: a Adán. El texto dice: "A ti te mando: «despierta tú que duermes», pues no te creé para que permanezcas cautivo en el Abismo; «levántate de entre los muertos», pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí". La oveja perdida es llevada en los brazos del pastor, mientras la dueña de casa canta de alegría porque encontró la moneda extraviada y en la casa del hijo pródigo la música se escucha a kilómetros de distancia.

Dios no quiere que vivamos ocultándonos. Insiste que nada ni nadie podrán separarnos de su amor. Su Hijo, como cuando jugábamos a la escondida, ha dicho en las puertas mismas de la muerte ‘un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros’. Todos podremos salir de nuestros escondites para volver a mirar a Dios cara a cara.

Si alguno de ustedes ha vivido esto, por favor, cuéntele a los demás. Algunos somos más incrédulos y lentos para resucitar.
Mario

Sanarme


Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero un discurso tuyo sobre el pan de vida,

un poco de barro que untes en mis ojos,
una invitación a cargar con mi camilla,
un dedo que introduzcas en mis oídos,
una orla de tu manto que yo toque,
una expulsión de mis demonios,
un poco de saliva en mi lengua,

un quiero a mi piel leprosa,
y un soplo de tu Espíritu,
bastarán para sanarme.

Ignacio

Renacer


Y el día después de la Resurrección regresaré al Sur...

¿El Sur? Neruda se preguntó... si la Tierra es redonda, ¿dónde está el Norte y dónde está el Sur?

Regresaré a nacer nuevamente… desde mí.... reconociendo honestamente que en este nuevo nacer, deseo conocerme ante mí misma, en mi vocación, en mi entrega y en mi pasión.

Y que, a pesar del dolor que en algunos momentos pueda rodearme y la desesperanza que pueda embargarme, reconocer con-pasión que si estoy, en la creencia, no tengo más remedio que entusiasmarme ante la hermosa realidad de saberme viva.

Nacer... Respirar...el aliento del Creador.... Re-nacer con una reflexión... la palabra cáncer tiene las mismas letras y le sobra una consonante con la que formo otra palabra. NACER desde mí, haciendo un Cambio... y también, como en la Resurrección, creer en los milagros y en la infinita bondad celestial.

Me re-conozco como un ser que, con los brazos extendidos, me desplazo entre el Cielo y la Tierra con una inmensa capacidad de amar y... ojalá de perdonar.

Cristina Hurtado