Lecturas Domingo 19 de Noviembre


Daniel 12, 1 - 3
Salmo 16
Carta a los Hebreos 10, 11 - 14 y 18
Evangelio según San Marcos 13, 24 - 32

¿Cuál es la buena noticia?

No sólo las financieras y su ‘pascueritis’ nos adelantan las fiestas de fin de año. La liturgia de la Iglesia, desde hace siglos, dispone de un tiempo de preparación a la Navidad. Ella sabe, como buena dueña de casa, que una fiesta importante debe prepararse con anticipación.

Y aunque para Adviento faltan dos semanas, los textos ya comenzaron el redoble de tambores para el nacimiento del Verbo eterno de Dios. Él es ‘el Hijo del hombre que viene’ y del cual ‘ya hay señales’. Hasta ahí, ningún problema. Pero, ¿cómo entender que, en esta venida, va a quedar ‘la escoba’? Los textos lo dicen clarito: van a revivir del polvo los muertos, se oscurecerá el sol, caerán las estrellas.... ¿Cuál es la buena noticia?

El día que Dios venga hasta nosotros claramente los cimientos serán sacudidos, pero no porque Él los mueva hasta que caigamos al vacío, sino de los cabezazos que nos vamos a pegar contra el suelo. Cuando veamos a Dios y descubramos que era la guaguita del pesebre y también nuestros amigos y vecinos, nos caerá.......la teja. Querremos quemarnos a lo bonzo o tirarnos, como Espina, del último piso del edificio al descubrir cuánta lesera hicimos.

Y, ahí, vendrá el verdadero fuego que nos purificará: la guaguita nos mirará y nos derretirá. Su mirada quemará todos nuestros deseos suicidas y culpógenos, para contarnos que Su voluntad es única: nuestra salvación. Dios no es libre frente a nosotros. Su amor lo tiene atado.

Por eso su mirada nos mostrará, quizás con más intensidad aun, todas las cabezas de pescado que hemos hecho pero, y al mismo tiempo, que nuestra destino es el del Hijo, que somos los predilectos desde toda la eternidad, y que Él no se cansará de pasarnos la lengua como una madre a su cachorro.

Mario

El enigma de la palabra


Palabras que rasgan el silencio
palabras que rebotan
palabras sobre palabras
palabras absolutamente imprescindibles
palabras hirientes
palabras inconclusas
coquetas palabras.
Palabras transparentes
palabras sólidas
palabras irrelevantes
palabras irreverentes
palabras que brotan desde lo más profundo
palabras seguidas de tres puntos suspensivos
palabras cómplices.

Al final será la Palabra.



Ignacio

La Encarnación

Sólo el Padre lo sabe” ¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida hemos escuchado esta frase? ¿Cuántas veces hemos oído decir y hemos dicho: “Dios sabe por qué hace las cosas”. Y las preguntas siguen apareciendo. Porque si Dios hace y deshace, ¿qué pasa con mi libertad, regalo que Él mismo nos hizo?; y si se adelanta a lo que cada uno querría elegir, ¿qué gracia tendrían mis respuestas de hija?

Ésta, sin embargo, es una de las grandes interrogantes y desafíos con la que vivimos a diario los cristianos. No es fácil juntar la pregunta sobre el querer del Padre (a qué nos llama, dónde quiere que sirvamos) y nuestras interrogantes (si seremos capaces de responderle y cómo lo haremos).

Pero aunque no sepamos si la senda es la correcta o si estaremos haciendo Su voluntad, tenemos una clara certeza en la cual ponemos nuestra esperanza: Dios a cada momento nos llama a servir, teniendo para cada uno una invitación particular. A María la invitó a ser su compañera de misión, conociendo su entrega, su fidelidad, conociendo su humildad, tal vez no sabría qué respuesta ella daría a esta invitación, pero sólo el Padre sabía a qué mujer estaba llamando.

Es por esto que San Ignacio en los Ejercicios Espirituales nos invita a ser “prestos y diligentes” para poder estar atentos y disponibles a la invitación que el Señor nos hace. ¿Cómo ser sordos a su invitación, sabiendo que el Padre nos conoce perfectamente?. Creo que es justamente aquí donde se juega nuestra libertad, en querer escuchar, en buscar, en hacernos disponibles.

Es probable que en este momento no veamos claramente ni a qué, ni a dónde nos llama el Señor y por lo mismo sólo nos queda estar atentos y buscar, confiando en que “cuando las ramas de las higueras están tiernas y le broten las hojas, sabremos que el verano está cerca”, sabiendo entonces que el Hijo está con nosotros.

Francisca González