Lecturas Domingo 3 de Diciembre


Jeremías 33, 14 – 16
Salmo 25
Primera Carta a los Tesalonicenses 3, 12 – 4, 2
Evangelio según San Lucas 21, 25 – 28 y 34 - 36

Perder la fe

Es muy doloroso perder la fe. Las pestañas ‘del alma’ tienen que hacer un esfuerzo supremo para que las lágrimas no caigan; el corazón, estirarse el máximo para no rajarse. Todo se cubre de una atmósfera triste y sin gracia, como esos días de lluvia donde los perros no tienen dónde capear el agua. En esos momentos, sólo dan ganas de abrazar la almohada a ver si se logra algo de calorcito, pues el resto de la cama está vacía y helada.

Este dolor y sentimiento de abandono aumenta cuando es fruto de una decepción. Hay veces que, aunque coloquemos todo el empeño, nuestro amor termina zamarreado como trapero. ¿Cómo aguantarse en pie cuando has preparado cada palabras durante semanas, y recibes de ella un ‘no’ seco y sin posibilidad de réplica? ¿Cómo volver a la casa, luego que has gastado los zapatos y los sesos en la calle para que otros terminen simplificando tus empeños diciendo: ‘mira, que interesante’? ¿Qué pegamento usar cuando se quiebra la imagen paterna porque, al sorprenderlo con su amante, sólo atina a decir: ‘con tu mamá las cosas no están bien’?

A muchos, aunque no lo queramos reconocer, nos pasa esto con la Navidad. Estamos buscando a un Dios que, de una vez por todas, se haga presente con poder y explique por qué tanto dolor y enrredos. Buscamos con ansia al Dios todopoderoso del que nos hablaron en el colegio, pero terminamos frente a un pesebre con un niñito más indefenso que nosotros. Resulta que los anuncios sobre el término del mundo, son ¡al revés! ¿Será que Dios quiere que perdamos la fe? ¿Será que Dios quiere que perdamos esa fe, para realmente creer?

Ese brinco de confianza es doloroso. Estar en la oscuridad en medio de ovejas, burros y una pareja primeriza de padres, y al mismo tiempo esperar de ahí la Luz, es algo que perfora cualquier fe. Que la Virgen nos alcance un pañuelito al comienzo del Adviento.

Menos mal que quedan tres semanas más
.
Mario

Poesía del absurdo


Las piedras llovían hacia el cielo.
Y un pétalo de lágrima resbaló por tu mejilla.
La orfandad crece cada 25.

La realidad se convierte en una pantalla de computador:
todo es plano
(y basta apretar un botón para ir hacia otro lado).

¡Silencio!
Un rayo de flor iluminó al sol.

Ignacio

…salta en el tablón, salta en el tablón, que llegó la LIBERACIÓN

Comenzamos un nuevo año litúrgico y lo queremos celebrar en grande; así como Pamela Díaz ha preparado su matrimonio ‘tirando la casa por la ventana’ para que todo Chile se entere, nosotros como Iglesia también deseamos hacer algo parecido –aunque con menos glamour– para que todo el mundo esté informado y participe; lo anunciamos, lo gritamos, lo gozamos. ¡Dios va a ser papá y está chocho! No tiene el pecho frío, sino que su Espíritu le quema el corazón. ¡Nacerá el hijo de Dios! El Verbo prometido desde tiempos inmemoriales ‘se hará carne’. Por eso debemos estar atentos.

Este Hijo viene a darnos, con su vida, los últimos consejos para construir el Reino. No se viene con chicas (“de tal palo tal astilla”) y está dispuesto a todo –incluso a dar la vida– para demostrarnos que vale la pena vivir por grandes causas perdidas, que vale la pena la lucha por la justicia que la misma Fe nos exige.

Por eso este Evangelio habla como si se fuera a acabar el mundo. Y de hecho, así será: los nuevos tiempos, que se inauguran con tutti, llegarán a desordenarnos la vida, cuestionar nuestros proyectos y romper nuestro pequeño y frágil bien formado castillo de naipes. ¿Qué se debe venir abajo? ¿A qué tipo de vida nos está invitando Dios a renacer?

Si Él murió por la liberación de los excluidos de su tiempo, nosotros debemos ser capaces de entregar toda nuestra vida por la liberación de nuestros pueblos, por la liberación de la miseria y la marginación. Para eso nació y por ello debemos morir. Liberemos a nuestros pueblos de crueles dioses como el mercado, la droga, el alcohol, las riquezas, el egoísmo (como duelen esas muertes por hambre!!, nos duelen?), la discriminación, ¡Basta! La invitación está hecha, ¿quién se quiere dejar afectar?

A Dios no le gusta que lo encasillemos; no conoce de esquemas y fórmulas. Pero, claramente, nos dice que la guagüita nacerá con una marraqueta bajo el brazo: la Liberación.

Carlos Campos