Lecturas Domingo 19 de Agosto

Jeremías 38, 4 – 6 y 8 – 10
Salmo 40

Carta a los Hebreos 12, 1 – 4
Evangelio según San Lucas 12, 49 – 53


Entrar a picar


Este domingo Jesús aparece en una actitud que desconcierta a muchos. El texto narra cómo el Príncipe de la Paz anuncia que ha venido a traer fuego al mundo y que, más encima, desearía que todo ya estuviera ardiendo. Quien crecimos viendo ‘Jesús de Nazareth’ tenemos serios problemas para imaginarnos al Buen Pastor provocando problemas familiares o a una pareja tirándose los platos por la cabeza por culpa de Dios.

Esta ‘violencia’ a la que Jesús convoca, sin embargo, no es el vandalismo externo del que se quema a lo bonzo. El fuego que Jesús trae, a mi parecer, es más parecido a la braza que se come Jeremías que a la molotov del ‘infiltrado’; refiere al ardor que la vida misma produce en aquellos que, de frente al viento, sienten cómo se les aviva la llama gozosa y dolorosa del celo por la justicia de Dios. Lejos de los tragafuegos del circo, Jesús tira parafina en el pabilo humeante para provocar esa insobornable combustión por el bien de los injustamente zamarreados.

Este ‘dolor que quema’, ha sido evidenciado estos días por Monseñor Goic. Con mucha sencillez, puso una cuña que obligó a la sociedad a tomar partido por algo evidente y que las mismas piedras estaban gritando desde hace mucho rato. Movido por las apreturas que viven sus hermanos, este Pastor encendió un fuego que, efectivamente, ha encendido muchos fuegos estos días. Ha sido tan evidente su planteamiento, que incluso las acusaciones de ‘incompetencia’ por parte de los expertos ha sido considerado burda.

Este ‘debate nacional’ nos hará mucho bien. Y aunque no sepamos de economía, podemos encender fogatas que convocan al diálogo y dan esperanzas a los que tiritan de frío hace mucho rato. Demos gracias a Dios por eso y pidamos que sea respetado a todo nivel.

Por eso, cuando se produce el proceso inverso –es decir, que a los pastores se les refleje problemáticas que evidentemente dificultan la vida diaria de los fieles o impiden la fluida relación con Dios y el resto del Pueblo de Dios–, en ese caso también deberían ser defendidos los que ‘arden de celo por lo de Dios’ y dicen lo que ‘se ve a la legua’. Puede ser muy evangélico –como de hecho lo venimos haciendo desde el Concilio de Jerusalén– que nos agarremos cariñosamente porque algunas leyes de la macro-teología no se ven verificadas en la pymes-teología o la gracia repartida abundantemente por el fogoso Espíritu de Dios no llega a los más necesitados de ella.

Ojala llegue alguien menos moderado y diga, con la sencillez y fogosidad de Monseñor Goic, que también tenemos una deuda ‘eclesial’ pendiente.

Mario

El guerrero de la zarza ardiente


He venido a traer fuego a este mundo.
Fuego que es una danza,
danza que nace de la zarza ardiente.
La zarza que arde, pero no se consume.
No se consume en la danza.
La danza del fuego.
Del fuego que baila en el mundo
y lo abraza.


Ignacio

Abramos los ojos que el mundo está sangrando


¿Y si nos sentimos satisfechos, y dormimos tranquilos?, ¿y si aportamos nuestro grano de arena y damos vuelta la página?, ¿y si el hombre es realmente un lobo para el hombre?, si el estado ya no protege, y menos el mercado, que desprotege. ¿Y si nos sentimos tan bien de nosotros mismos por haber construido algunas mediaguas en nuestras vacaciones y “salvamos” del frío a aquel niño, o a aquella señora tan distinta a uno?, casi folklórico. ¿Y si no lo hacemos por las razones justas?

Porque si ellos nos ven como enviados de Dios no significa que efectivamente lo seamos, y lo peor que puede suceder es que creamos que es así… y luego quedarnos dormidos, y seguimos pasando la vida somnolientos, buscando quehaceres. Porque la tranquilidad y la paz no la traemos nosotros, porque la división y las luchas por vivir ya están instaladas y suceden todos los días, a pesar que no la veamos, y no la veamos, porque ya volvimos y no estamos de vacaciones, y estamos calentitos, y volvemos a ver el frío por TV… y nos olvidamos que en este mismo momento, en éste en que lees esto, tranquilo frente a tu computador, a algunos kilómetros de distancia se baten a tiros niños en cuerpos de grandes, que ni siquiera están seguros por qué lo hacen, o en Darfur, Sudán, se vive día a día uno de los genocidios más grandes de la historia.

Sí, hoy en el año 2007, el mundo está sangrando, dividido y nosotros nos escondemos pensando en una paz que no llega nunca, en una justicia que sólo parece teórica, y las cosas más básicas son llamadas utopías.

Porque la fe sola no basta, si no hay acción que la acompañe, y le dé contenido. No podemos esperar sólo que la paz llegue a la tierra, debemos abrir los ojos, despertar y levantarnos, y denunciar como nunca antes lo hemos hecho y más aún. Debemos saber lo que pasa en el mundo y ser críticos, debemos saber que el mundo está sangrando, y que nuestro deber es de entregar la vida.

Juan Cristóbal Hermosilla