Lecturas Domingo 24 de Diciembre*


Isaías 9, 1 - 6
Salmo 96

Carta a Tito 2, 11 - 14
Evangelio según Lucas 2, 1 - 14
*Son las lecturas de la noche del 25





Divina carne


Aunque nadie diga que Jesús es un Dios disfrazado -como el elefante en el Jumbo-, nos cuesta tomar en serio la Encarnación.

Al salir del vientre de una muchacha de quince años, Dios no está pagando una manda. Al interior de la Trinidad ninguno de Ellos sacó el palito más corto y tuvo que revestirse de carne para que nosotros terrícolas pudiéramos entender el lenguaje divino-alienígena. Todo lo contrario. La carne no se ‘transforma’ en vehículo del encuentro con la divinidad, sino que el Dios-hecho-hombre nos comunica que EL lugar donde el Espíritu Santo tendrá su templo y desea celebrar eucaristía es mi carne, mi sangre, mis fluidos, mi transpiración.

Y este niño que será acariciado por María y tocará la lepra, me enseña que la salvación pasa por ahí. Sus peleas con los maestros de la Ley y los endemoniados, las comidas que le dan fama de curagüilla y bueno pa’l diente, su saliva que da vista a los ciegos, nos revelan que lo de Dios es carnal. Limpiar los pescados en la orilla con los discípulos o ‘dejarse caer’ en casa de Marta y María, son las bienaventuranzas puestas en acción y que, para los buenos entendedores, no son necesarias. Si compartió tres años de su vida con doce amigos, ¡¿cómo no iba a hablar sobre mujeres y cuál era la más bonita?! Nada humano le es ajeno: las conversaciones sobre política o religión mientras desgranaban arvejas con su madre, eran luego tema de oración con su Padre.

¿Cómo no alegrarse de esta buena noticia? El mismo Verbo de Dios – la Palabra que, por su resonancia, rompe el silencio de la nada caótica y sostiene en su vibración hasta el Fin todo lo creado- se revela como carnal en un pesebre. Así, todas mis lágrimas y mis recuerdos, las cicatrices que tengo cerca del codo, mis manos que han medido otros cuerpos.....en fin, toda mi carne se vuelve lugar de salvación, motivo de alabanza para miles de ángeles.

Entonces….¡fuera con tanta devoción extraña! Porque nada de lo humano escandaliza a Dios, nada de lo divino nos está vedado ¿No es más fácil, así, entender por qué es un pecado dejar a nuestro hermano sin casa o no silbarle a la vecina cuando sale a tomar sol?

Mario

Santiago


Escondida la ciudad entre sus pliegues
me dice:
- Aquella noche no había sitio en la posada

Tampoco hoy.


Ignacio

La estrategia comunicacional de Dios

Cada vez que la Presidenta va a presentar una medida social para el país, generalmente, lo hace desde una tribuna estratégica: rodeada de personas necesitadas que se beneficiarán de esta acción, muchas veces en un paisaje ad-hoc y, por supuesto, con cobertura completa de prensa y televisión. Es claro que con esto se quiere comunicar a un amplio número de personas que el gobierno está preocupado de su gente, conoce su necesidad y toma medidas significativas al respecto. Y todo en esta forma de comunicar está fríamente calculado.

Dios, en cambio, para anunciar el evento más grande de la historia usa una estrategia comunicacional completamente distinta: envía a un ángel para que le comunique a unos pastores la gran noticia del Nacimiento de su Hijo. Es verdad, lo hace a gente sencilla, y en esto se asemeja a la estrategia gubernamental de moda. Pero la razón de fondo es opuesta. Dios no está usando a los pastores. Dudo que tenga la expectativa de que ellos vayan a ser los mejores transmisores de la noticia (pensemos en los pastores: gente solitaria, ermitaña, de escasas palabras y poco roce social). Dudo, también, que Dios piense que comunicarles la noticia a unos pastores mejore su imagen y lo haga subir en las encuestas.

En términos postmodernos, por tanto, podríamos decir que la estrategia comunicacional de Dios es la anti-estrategia. Y es que las claves de Dios van por otro lado. Él le comunica la Buena Noticia a los pastores por puro gozo y gratuidad, y por una genuina señal de que el Reino es para todos, sobretodo para quienes orbitan en los márgenes, despojados de poder, con oficios comunes y vidas sencillas.

Los pastores, por su parte, se encuentran a la intemperie, expuestos al anuncio, bajo el silencio de la noche y las estrellas, silencio que les permite escuchar el mensaje. Esta disposición es la actitud básica de los depositarios de un mensaje, y es lo que en definitiva lleva a los pastores a conmoverse y dejarse sorprender por la noticia.

Pero eso no es todo en este comunicado. El broche de oro del anuncio del Mensaje es la prueba de que lo que se les está comunicando a los pastores es verdad: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Nunca en la historia una afirmación de esta magnitud tuvo una señal más pobre, frágil e insignificante. Y esta es la mayor paradoja, y la maravilla más grande de la Buena Nueva.
María de los Angeles Pavez