Vengan a mí los que están cansados
y agobiados, y yo los aliviaré.
Lava mis pies, Señor,
que vuelven cansados de recorrer el mundo.
El barro seco ya hizo grietas de ellos.
Las piedras convirtiéronse en llagas.
En la hierba las espinas los han clavado.
Sobre el asfalto no han tenido tregua.
Lava mis pies, Señor,
que en ese gesto
tan humano,
tan divino,
me das fuerzas para volver a caminar.
Ignacio
2 comentarios:
Es difícil comentar un poema tan bonito. Solo queda leerlo de nuevo.
Juan Lasama
saludos desde Wellington, New Zealand.
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