A ese hombre que vende en la calle:
no le conozco.
A esa mujer que se muestra en la esquina:
no la conozco.
A ese niño que pasa en los brazos de una en otra
(y de todas es hijo):
no lo conozco.
Y de nuevo escucho al gallo
que desde hace dos mil años no para de cantar.
Ignacio
Nota del Editor: este poema está inspirado en las negaciones de Pedro (Lc. 22, 54-62), pero también en la aparición de Jesús resucitado en el lago (Jn. 21, 15-19), donde le pregunta a Pedro tres veces si lo quiere. Este es el momento en que efectivamente Pedro es confirmado en su tarea de apacentar las ovejas (esa -y no otra- es su misión). Y sabemos que la cumple en Pentecostés, cuando a la hora tercia (las nueve de la mañana) anuncia a todos que Jesús ha resucitado. Por otro lado, también nosotros debemos preguntarnos cuándo negamos a Jesús.
1 comentario:
a este poeta que escribe con sorna-creativa no dejo de conocerle...
Gracias por la poesía que despierta, que deja conocer, que cuestiona la "palabra" y a uno mismo.
Pedro Q.
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