Ciudades Nuevas... las necesitamos

¡Qué cosa más simple de decir, y más compleja de vivir que el mandato de Amar! Creo haber tenido pocas veces esa experiencia, y me ha cambiado el rumbo.

La nueva Jerusalén, ciudad eterna de la paz, la añoramos y la construimos cada vez que amamos. La revolucionaria novedad del evangelio, buena nueva, desarma todo anquilosamiento aparatoso: los caminos de la paz nos han sido mostrados por un niño en pañales, al que no cabe sino amar; también por el Nazareno,… ya se complica un poco la cosa: se juntaba con los cobradores de impuestos y las prostitutas, besaba a los leprosos, comía con pecadores, ponía el sábado al servicio del Hombre… hasta que no resistimos más y lo matamos.

¿Hacia qué novedad nos llamará el Señor hoy? Que el Espíritu del Señor resucitado nos siga desinstalando, y nos permita hablar nuevos lenguajes para transmitir y vivir sus promesas, y que esta se plasme en nuestras ciudades, para hacer de ellas otras Jerusalenes, ciudades de paz…


José Fco. Yuraszeck SJ

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