Perder la fe

Es muy doloroso perder la fe. Las pestañas ‘del alma’ tienen que hacer un esfuerzo supremo para que las lágrimas no caigan; el corazón, estirarse el máximo para no rajarse. Todo se cubre de una atmósfera triste y sin gracia, como esos días de lluvia donde los perros no tienen dónde capear el agua. En esos momentos, sólo dan ganas de abrazar la almohada a ver si se logra algo de calorcito, pues el resto de la cama está vacía y helada.

Este dolor y sentimiento de abandono aumenta cuando es fruto de una decepción. Hay veces que, aunque coloquemos todo el empeño, nuestro amor termina zamarreado como trapero. ¿Cómo aguantarse en pie cuando has preparado cada palabras durante semanas, y recibes de ella un ‘no’ seco y sin posibilidad de réplica? ¿Cómo volver a la casa, luego que has gastado los zapatos y los sesos en la calle para que otros terminen simplificando tus empeños diciendo: ‘mira, que interesante’? ¿Qué pegamento usar cuando se quiebra la imagen paterna porque, al sorprenderlo con su amante, sólo atina a decir: ‘con tu mamá las cosas no están bien’?

A muchos, aunque no lo queramos reconocer, nos pasa esto con la Navidad. Estamos buscando a un Dios que, de una vez por todas, se haga presente con poder y explique por qué tanto dolor y enrredos. Buscamos con ansia al Dios todopoderoso del que nos hablaron en el colegio, pero terminamos frente a un pesebre con un niñito más indefenso que nosotros. Resulta que los anuncios sobre el término del mundo, son ¡al revés! ¿Será que Dios quiere que perdamos la fe? ¿Será que Dios quiere que perdamos esa fe, para realmente creer?

Ese brinco de confianza es doloroso. Estar en la oscuridad en medio de ovejas, burros y una pareja primeriza de padres, y al mismo tiempo esperar de ahí la Luz, es algo que perfora cualquier fe. Que la Virgen nos alcance un pañuelito al comienzo del Adviento.

Menos mal que quedan tres semanas más
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Mario

1 comentario:

Anónimo dijo...

Marito.....llegue casi por casualidad a tu página y resultó ser un verdadero regalo. Muchas felicitaciones, en medio de tanta irreflexión del mundo actual, parar un poco y pensar desde lo que Dios nos quiere decir nos da otra óptica.
un abrazo
Pilar