Sirvan al Señor con alegría

¡Aclame al Señor, toda la tierra,
Sirvan al Señor con alegría…!


Aunque los acontecimientos de violencia que hemos conocido durante las últimas semanas, a nivel internacional, con las masacres de Dafur, Irán, Virginia, o las ocurridas en nuestro país, donde jóvenes desesperanzados se agreden, llegando, incluso, a acabar con sus vidas o las de sus prójimos, parecieran desmentir la alabanza, la realidad es que... el Señor es Dios, Él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de su pasto.

Estamos en esta Tierra porque Dios nos amó, somos seres en relación, vivimos y nos desarrollamos en comunidad y, a pesar de las apariencias, que a veces nos desalientan…, por la muerte y Resurrección de Jesús, todos nosotros, de cualquier nación, raza y pueblo hemos sido vivificados en la sangre del cordero que nos conduce a las fuentes de agua viva donde Dios enjuga todas nuestras lágrimas.

Para que esto se haga realidad Dios cuenta con nosotros: “Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra”. Esto sólo será posible si escuchamos y seguimos la voz del Pastor, Aquel que dio hasta la última gota de su sangre para que yo tenga vida y vida en abundancia.

Es necesario partir desde uno mismo, disponer de mi corazón para escuchar con humildad y hacer míos los criterios de mi Pastor: Jesús.


Cuando se ahonda en intimidad con el Señor y descubro que Él dio su vida por mí, que me llama por mi nombre, que me mira a los ojos, que me conoce, me acepta y me ama con todas mis miserias y grandezas, mi vida se transforma y experimento el frescor, la paz y la alegría de las fuentes de aguas vivas prometidas, que me conducen a luchar por la justicia, solidaridad y compromiso con los otros.

Que el Señor de la vida nos ayude a vivir en la abundancia de su amor, llenos de esperanza y sirviéndolo con alegría en nuestros hermanos para que disminuyan los temores que generan la violencia.


Judith Maiza

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