¡Que tus palabras de fuego, Señor,
alimenten mi oración!
1
Jamás he tocado un cuerpo místico.
Sí he tomado ásperas manos
y acariciado cabellos.
Ahí me sedujiste.
Me dejé seducir.
2
Entregado por nosotros,
despreciado, humillado:
no parecías hombre.
Déjame tomar tus manos taladradas
y mirar desde tus párpados caídos.
Que mis lágrimas laven tus pies inmóviles.
¡Quiero sentir tus huesos en mi costado abierto!
3
De nuevo crucificado
en oscuros torsos.
Vástagos de fábricas se desgastan por sus hijas.
Mano sobre mano, de pie, rendidos.
El tiempo preso, las máquinas avanzan…
Y tú me dices:
¿qué me dices?
¡No te escucho!
Tu lejanía es más amarga que el olvido.
¿Estás realmente en ese delgado pan
ante el cual todos se arrodillan?
¿Eres Dios vivo o un fruto de mi vacuidad?
Solo la muerte me dirá la verdad.
4
Tengo sed de ti
como tierra reseca, agostada:
te necesito.
Aunque a veces lo olvido.
Me buscas apasionadamente
como la cumbre de una montaña tras el hombre.
Siento en el viento tus dedos acariciar mi rostro
y tu aroma me envuelve.
Tus manos mi cintura atraen como arcilla.
5
En un clavo te muestras.
Te reconozco en el vino y en el agua,
en el sabor compartido del pan y el pescado.
Te revelas en el pobre
cavando mis oídos.
Tu grito en mi pecho retumba.
Abiertos los brazos te entregas.
Abiertos los brazos te recibo.
Me impregnas y fecundas.
Así con gozo doy vida.
Me sabes tuyo, te regalas mío.
Somos hombre y Dios.
Y me sumerjo desnudo en ti
con sed de amor y eternidad…
6
Desciende a lo más humano.
Me llamas.
Esto es mi cuerpo.
Trigo labrado en las heridas del mundo.
Esta es mi sangre.
Alegría que germina de mujer y hombre.
Consagra con tus manos: el pan, el vino.
Pero también el tenedor y el cuchillo,
la escoba, el lápiz y el libro.
Consagra desde lo más genital de tu vida
el óvulo virgen de tanta soledad.
Recuerda:
Todo está cumplido.
Come mi sangre, bebe mi carne.
Sígueme.
Ignacio
Nota del Editor: este poema tiene distintas referencias bíblicas, se puede encontrar en la sección "comentarios".
2 comentarios:
Cantar
1
Ahí me sedujiste.
Me dejé seducir.…Jr. 20, 7
2
Entregado por nosotros,…Is. 53, 11.
despreciado, humillado:...Is. 53, 3.
no parecías hombre… Is. 52, 14.
Déjame tomar tus manos taladradas…Salmo 22, 17.
3
Solo la muerte me dirá la verdad.…Job. 3, 22.
4
Tengo sed de ti… Salmo 42, 3.
Me buscas apasionadamente… Cant. 3, 3.
y tu aroma me envuelve... Cant. 1, 3.
Tus manos mi cintura atraen como arcilla. Cant. 2, 6.
5
cavando mis oídos….Salmo 40, 7.
Me sabes tuyo, te regalas mío.
Somos hombre y Dios.
Y me sumerjo desnudo en ti
con sed de amor y eternidad… Estas dos estrofas son paráfrasis de un poema de Manuel Magallanes Moure llamado “Apaisament”.
6
Esto es mi cuerpo….Lc. 22, 19.
Esta es mi sangre….Lc. 22, 20.
Todo está cumplido….Jn. 19, 30.
Sígueme….Jn. 21, 19.
Si en el cielo,
la mujer estuviera casada con sus 7 maridos,
eso sería –en realidad– el infierno.
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