Desconfío de los simpáticos.
De los absolutamente alegres,
de los siempreserviciales.
No me gustan los livianitos de sangre.
Los que parecen ángeles.
No les creo a los perfectos,
ni a los sin-pecado-concebidos.
No tengo nada que ver
con los que se jactan de ser puros.
Pero a los que menos soporto:
son los conciliadores.
Los que evitan toda clase de problemas.
Los que creen que el mejor conflicto
es el conflicto evitado.
Ignacio
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