La estrategia comunicacional de Dios

Cada vez que la Presidenta va a presentar una medida social para el país, generalmente, lo hace desde una tribuna estratégica: rodeada de personas necesitadas que se beneficiarán de esta acción, muchas veces en un paisaje ad-hoc y, por supuesto, con cobertura completa de prensa y televisión. Es claro que con esto se quiere comunicar a un amplio número de personas que el gobierno está preocupado de su gente, conoce su necesidad y toma medidas significativas al respecto. Y todo en esta forma de comunicar está fríamente calculado.

Dios, en cambio, para anunciar el evento más grande de la historia usa una estrategia comunicacional completamente distinta: envía a un ángel para que le comunique a unos pastores la gran noticia del Nacimiento de su Hijo. Es verdad, lo hace a gente sencilla, y en esto se asemeja a la estrategia gubernamental de moda. Pero la razón de fondo es opuesta. Dios no está usando a los pastores. Dudo que tenga la expectativa de que ellos vayan a ser los mejores transmisores de la noticia (pensemos en los pastores: gente solitaria, ermitaña, de escasas palabras y poco roce social). Dudo, también, que Dios piense que comunicarles la noticia a unos pastores mejore su imagen y lo haga subir en las encuestas.

En términos postmodernos, por tanto, podríamos decir que la estrategia comunicacional de Dios es la anti-estrategia. Y es que las claves de Dios van por otro lado. Él le comunica la Buena Noticia a los pastores por puro gozo y gratuidad, y por una genuina señal de que el Reino es para todos, sobretodo para quienes orbitan en los márgenes, despojados de poder, con oficios comunes y vidas sencillas.

Los pastores, por su parte, se encuentran a la intemperie, expuestos al anuncio, bajo el silencio de la noche y las estrellas, silencio que les permite escuchar el mensaje. Esta disposición es la actitud básica de los depositarios de un mensaje, y es lo que en definitiva lleva a los pastores a conmoverse y dejarse sorprender por la noticia.

Pero eso no es todo en este comunicado. El broche de oro del anuncio del Mensaje es la prueba de que lo que se les está comunicando a los pastores es verdad: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Nunca en la historia una afirmación de esta magnitud tuvo una señal más pobre, frágil e insignificante. Y esta es la mayor paradoja, y la maravilla más grande de la Buena Nueva.
María de los Angeles Pavez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y esa es la paradoja que más nos atrae y enamora de Dios, por lo menos para mí, me gustó mucho leer lo que escribiste un beso desde nuestro lugar de trabajo,
Pili Polloni