¿Cuál es la buena noticia?

No sólo las financieras y su ‘pascueritis’ nos adelantan las fiestas de fin de año. La liturgia de la Iglesia, desde hace siglos, dispone de un tiempo de preparación a la Navidad. Ella sabe, como buena dueña de casa, que una fiesta importante debe prepararse con anticipación.

Y aunque para Adviento faltan dos semanas, los textos ya comenzaron el redoble de tambores para el nacimiento del Verbo eterno de Dios. Él es ‘el Hijo del hombre que viene’ y del cual ‘ya hay señales’. Hasta ahí, ningún problema. Pero, ¿cómo entender que, en esta venida, va a quedar ‘la escoba’? Los textos lo dicen clarito: van a revivir del polvo los muertos, se oscurecerá el sol, caerán las estrellas.... ¿Cuál es la buena noticia?

El día que Dios venga hasta nosotros claramente los cimientos serán sacudidos, pero no porque Él los mueva hasta que caigamos al vacío, sino de los cabezazos que nos vamos a pegar contra el suelo. Cuando veamos a Dios y descubramos que era la guaguita del pesebre y también nuestros amigos y vecinos, nos caerá.......la teja. Querremos quemarnos a lo bonzo o tirarnos, como Espina, del último piso del edificio al descubrir cuánta lesera hicimos.

Y, ahí, vendrá el verdadero fuego que nos purificará: la guaguita nos mirará y nos derretirá. Su mirada quemará todos nuestros deseos suicidas y culpógenos, para contarnos que Su voluntad es única: nuestra salvación. Dios no es libre frente a nosotros. Su amor lo tiene atado.

Por eso su mirada nos mostrará, quizás con más intensidad aun, todas las cabezas de pescado que hemos hecho pero, y al mismo tiempo, que nuestra destino es el del Hijo, que somos los predilectos desde toda la eternidad, y que Él no se cansará de pasarnos la lengua como una madre a su cachorro.

Mario

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