Un misterio


En República Dominicana escuchaba a cada rato la expresión ‘Gracias a Dios’ o ‘Si Dios quiere’. Al llegar a Chile para mi recuperación, sin siquiera notarlo, digo muchas veces en el día “Gracias a Dios”, y no es solamente una expresión. Y me pregunto, ¿qué es Dios?... no sé, para mí... es un Misterio.

Cuando era pequeña, en el colegio San Vicente de Paul –donde me crié– las monjas para lograr mi buen comportamiento me decían: “Cristinita, pórtate bien que Dios está en todas partes”. Y así sin querer se formó en mí una imagen de Dios castigador.

Pasó el tiempo y nunca visité una iglesia. Hasta que un día, en Nicaragua, me emocioné al escuchar una especie de misa cantada del padre Ernesto Cardenal. La sencillez y el fervor de la gente me emocionaron y me hizo ver otra forma de Dios. Un Dios humilde, tierno y amable. Le vi forma de campesino nicaragüense.

Ahora en la adultez pienso que Dios es lo que él quiere ser y en cada uno de nosotros existe una idea de Él. Y es por ello que si tenemos una idea, lo complicado carece de sentido. Simplemente es. El estilo del pensamiento actual tiende a la complicación, a lo difícil, nada es sencillo, nada es fácil. Cuando quizás, en realidad, lo complicado es la consecuencia de una falta de vocación, de sinceridad, convicción, decisión, de fe.

En la dificultad, en la complicación se gesta el problema. El mundo es un problema, la cultura es un problema, la educación, el Transantiago es un problema, Dios es un problema, la enfermedad es un problema, la vida es un problema. Todo es un problema. ¡Oh, Dios mío, ¿quién podrá salvarnos?!

Y el problema es que no sabemos con-vivir con nosotros mismos, y lógicamente la con-vivencia con los otros es aún peor. Nos creemos dueños de la verdad absoluta y somos complicados. Y así transcurre la vida, en lo complicado, en la falta de sencillez, en la falta de vivir con la vida, y nos vamos poniendo mediocres, grises, desapasionados.

Con el correr del tiempo estoy aprendiendo a ver lo fácil en lo complicado; ver en lo difícil, moverme en lo complejo; pero sin prepotencia, simplemente con flexibilidad. Esa disposición de actitud distinta me lleva a la experiencia de sentir, de percibir, de darme cuenta... cómo la Fuerza Creadora, lo que llamamos Divino, está ahí, es ahí... es mi energía... es mi idea del Misterio...
Dios es lo que Él quiere ser.

Y así se deja expresar, en la contemplación o en el desespero de cada ser: Misterio.
No es complicado ni es difícil. Es Misterio... pero en Él se está, y en Él, recupero el sentido fácil, sencillo...de la vida.

No entiendo, pero siento. En la oración a mi manera, hablo, cuento, me comunico...con el Misterio. Y me responde el silencio de ese momento...medito y siento. No necesito palabras... simplemente está allí... esta aquí... está en mi corazón... y sigue siendo un Misterio.

Cristina Hurtado

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