¿Somos o no somos amigos?


Frente a una petición tan fundamental –Señor, aumentamos la fe– , la respuesta de Jesús a sus discípulos es abrumadora. En vez de decir: Bueno, ya!, parte con un ejemplo que deja agotado al más piadoso de los creyentes. De entre la multitud, dan ganas de gritarle: ¿Por qué haces más difícil algo que ya lo es? Sólo te pido fe para afrontar cosas que, sin ella, sería aún más difícil vivir…¡y me sales con frases que me llenan de culpa!. Te pido fe porque ya no tengo fuerzas para creer que esa mujer que duerme conmigo es ‘mi señora’; cada vez es mayor es esfuerzo para terminar con plata el mes o la energía para mantenerme en pie cuando veo a mis papás envejeciendo y enfermos. Si te pido fe es para no caerme al suelo. Sólo eso. No te pido creer en el misterio Trinitario o en el concilio de Calcedonia, sino ánimo para seguir confiando en mis compañeros o aguantar al jefe. Porque si tuviera la fe de un granito de mostaza… ¡no te estaría pidiendo esta gracia, Señor!

En ese momento, súbitamente me sentiré aun más desnudo y necesitado de Dios. Y cuando mis gritos me delaten y Dios pueda identificarme en medio de la gran masa en la que estoy escondido, se abrirá de par en par el cielo y una voz dirá: No tengas miedo. Yo soy el grano de mostaza que crece en lo oculto y que dará sombra a su debido tiempo. Ahí no habrá llanto ni lágrima, sino el trinar de los pájaros que hacen nido. Porque si leyeras el texto hasta al final, hijo, sabrías que aunque un empleado sólo puede decir: ‘sólo cumplía con mi labor’, esas palabras no deben salir de tu boca porque no te llamo siervo, sino amigo. Y, aunque sé que estás lleno de pega, te envío a que cuentes esto a los que más puedas.

Mario

No hay comentarios.: