La medida de nuestro amor


Llevamos tantos años los hombres preguntándonos por lo que “tenemos que hacer”. El pueblo de Israel hace mucho tiempo recibió una respuesta en los mandamientos que fueron un regalo de Dios a su pueblo. Los mandamientos nos hablan no de una serie de reglas por cumplir sino de un Dios interesado en nosotros, un Dios que a los judíos les habló en su idioma pidiéndoles fidelidad en el amor a él curiosamente sólo a través de los tres primeros mandatos porque todo el resto fue pedir fidelidad y cariño entre nosotros los hombres.

Pero la interpretación de los hombres fue pobre, desfiguraron un mensaje y lo convirtieron en simples reglas. Y no sólo eso, no entendieron la profundidad del mensaje: nuestro Dios nos ha querido desde y para siempre y nuestra respuesta debía ajustarse a ese cariño que no es nada más que infinito.

Fue necesario que Dios nuevamente nos hablara, esta vez mirándonos a los ojos, con miedo ante una muerte inminente, pidiendo que no nos quedemos en interpretaciones torpes, sino que el testimonio de quien ama hasta la muerte sea la medida, proporción y criterio de nuestro amor a los hombres.

María Gabriela Campos

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