Una Semana Santa, día a día


No da lo mismo el lugar desde donde uno escribe. Por ejemplo, ahora estoy frente al computador, luego de ganar un partido de la Liga de fútbol en la cual juego con mis amigos. El resultado de mis reflexiones podría ser totalmente distinto, en cambio, si escribiera un día de semana después de una agotadora jornada de trabajo, luego de bajarme de un Metro colapsado o habiendo tenido que cruzar la Alameda en medio de gases lacrimógenos.

Pero si no da lo mismo el momento, mucho menos el lugar. Escribiría algo muy distinto si, en vez de ser abogado y estar pololeado, fuera una persona que día a día se está levantando más temprano para llegar a su trabajo y de igual forma tiene que esperar 30 minutos para esperar la micro o caminar 10 cuadras para poder viajar en un Metro que esta colapsado, o por ejemplo se es dueño de un pequeño kiosco o negocio que sufrió las consecuencias de jóvenes que ni siquiera saben que se está conmemorando.

Pero independiente de cuál sea nuestra realidad día a día, o de cómo haya sido la semana, qué distinto resulta analizar lo que está sucediendo si se tiene en cuenta al que carga la Cruz. Del mismo modo como el momento o el lugar cambia el modo de mirar la realidad, de la misma manera toda ella se carga de un tono especial dependiendo del ‘centro afectivo’ desde el cual miramos.

Espero que en esta Semana Santa, independientemente del lugar en que estemos, podamos mirar a Jesús en la Cruz. Que ese sea el prisma desde dónde reflexionamos y nos comprometemos con las cosas que están pasando en nuestro país, porque que distinto pueden llegar a ser las conclusiones cuando se hacen de tal cual lugar.

Jorge Arredondo

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