Extraña parada de carro

Tengo la impresión que los textos leídos esta Cuaresma se van pasando ‘el testimonio’ unos a otros. En el primer domingo el Padre piropea a su Hijo previo a las Tentaciones, frase que se repite una semana más tarde en la Transfiguración. Y, siete días después, Moisés descubre la zarza ardiendo arriba en el Horeb, igual que en la Transfiguración se encuentra con Jesús envuelto de gloria.

La semana pasada, la Iglesia celebró la paciencia de Dios frente a la higuera que aun no da frutos. El hombre ‘con sentido común’ que quiere cortar el árbol porque sólo ha provocado gastos, es frenado por otro más paciente y cariñoso. Siguiendo ‘la posta’ de textos, este podría ser una bella manera de iluminar al padre y los dos hijos de la parábola de este domingo.

Sin embargo, tomo otro camino. No puedo evitar mirar al papá enseñando a sus hijos, y cómo los pone a cada uno ‘en su lugar’. Al lado de tanto papá-mamón y mamá-amachada, el dueño de casa le enseña con ternura a su hijo menor que Padre hay uno solo y eso no podrá borrarlo nada, incluso la más grande de las cagadas. Y, por otro lado, corrige con firmeza a su primogénito cuando éste trata de desmarcarse de ‘su hermano’, poniendo en claro que ‘los familiares’ jamás deben recibir el trato de peones. Frente a esta doble ‘parada de carro’, no puedo evitar recordar a Jesús en medio de los fariseos diciendo cuál es el mandamiento más importante de la Ley: ‘amar a Dios y a los hermanos’.

A Dios no le da lo mismo lo que hagamos, pero parece que hay algo que es anterior a nuestras acciones y que nada ni nadie podrá borrar: que tenemos un Papá y que somos hermanos. Porque somos hijos en el Hijo, nuestro mandamiento primero es comportarnos como tal.

Entonces, si se está celebrando una cena, especialmente dentro de la Iglesia, tenemos el derecho a decir: ‘permiso, que mi Papá es el dueño de casa.’ Y si estamos dentro, y se le impide la entrada a alguien, debemos pararnos rápido y decirle a los porteros: ‘perdón, pero él es mi hermano y nuestro papá nos espera en la cabecera’.
Mario

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