No sólo de pan vive el hombre


Estaba leyendo las lecturas del próximo domingo donde aparece en la primera lectura la siguiente frase: Él te afligió haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios, así que supuse que el famoso refrán que escuchaba desde niña tenía un origen bíblico lo que me causó en primer lugar asombro, y en segundo lugar debo decir que desconcentración, le di un nuevo sentido trascendental al “solo pan”.

Un buen amigo me comentaba que Dios no era un negociante, y que la fe no se trataba de un intercambio como el trueque, y qué cierto es, pese a que es muy complejo de entender. En ese sentido yo, como humana muchas veces he buscado desesperadamente de Dios el pan, la palabra perfecta, la lectura indicada, el milagro cotidiano, pero me he encontrado con la piedra, la frase dura y poco entendible, la dificultad viva. Es así como esta lectura me inspira a tratar de ser más receptiva a todo cuanto sale de la boca de nuestro Señor.

Y vaya qué difícil es, puesto que lo intuitivo es entender en la persona de Dios un ser toda ternura, misericordia y comprensión. Y vaya que uno patalea cuando pasa por el desierto inmenso terrible, y en el momento en que uno menos lo espera saca agua para ti de una roca de pedernal. Se trata del misterio más complejo y a la vez más bello. Nuestra fe nos exige cuestionar los principios de la lógica, y nos pide ser más espirituales y menos terrenales. En tiempos en que la sociedad nos demanda ser más eficientes, en que el tiempo es un bien escaso, no es menor pensar que las cosas más importantes son incorpóreas y están fuera del mercado. Recordar que el hambre no sólo se sacia con el pan, que para engrandecernos debemos volver a los principios y detenernos a reflexionar qué es lo que realmente buscamos y queremos.

El verdadero pan no viene de lo evidente, viene del regalo más revolucionario, el de un padre que nos dio a su hijo para traernos la vida eterna, no emergiendo de la superficie como un cultivo cualquiera, sino bajando directamente del cielo gratuitamente.

Gabriela Hilliger

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