Otra oportunidad

Diciembre, último mes del año, mes agitado, lleno de actividades, ceremonias, actos, graduaciones, evaluaciones o el típico paseo o asado de fin de año... todos estos acontecimientos, de alguna u otra manera, nos hablan de ciclos que terminan, de un año que llega a su fin.

Por lo mismo es tiempo de mirar hacia atrás y recorrer el año vivido; ¿en qué hemos gastado nuestras energías?, ¿con quienes hemos compartido? ¿en qué hemos ocupado nuestro tiempo? ¿en qué cosas o en qué personas hemos puesto nuestro corazón?, ¿a quienes hemos amado? ¿y a quienes no?... y así, un sin fin de preguntas que nos pueden ayudar a mirar con verdad lo vivido.

Acogiendo en nuestras manos la propia realidad, escuchamos la voz potente de Juan el Bautista, con una invitación: “¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!” (Mt. 3, 2). Volverse a Dios, mirarlo de frente, a la cara, con toda nuestra verdad, sabiendo que Él “No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas...”(Is. 11, 3). Sabiendo que es un Dios que no se queda “pegado” en nuestro pecado, sino que nos perdona, nos sana, repara y reconcilia, incluso aquello que nos parece irreconciliable: “Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito...” (Is. 11, 6 ).

Juan el bautista nos dice: “Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor” (Mt. 3, 8). Al terminar este año y de cara al siguiente, se nos vuelve a abrir la posibilidad y oportunidad de realizar aquello que soñamos, lo que hondamente deseamos y que Dios nos invita a vivir ¿en qué deseamos gastar nuestras energías?, ¿con quienes queremos compartir? ¿en qué anhelamos ocupar nuestro tiempo? ¿en qué cosas o en qué personas queremos poner nuestro corazón?, ¿a quienes queremos amar?...

Desde nuestra verdad tenemos una invitación mayor; vivir un tiempo de espera, de espera vigilante, atenta y llena de esperanza, porque el Señor viene, porque Jesús nace y se hace uno de nosotros y nosotras, comparte y le da sentido a nuestra realidad, la del día a día, la que está llena de gozos, dolores y esperanzas.

En este tiempo de Adviento, que es tiempo de Gracia, pidámosle al Niño que nace en Belén, nos conceda el poder realizar todo aquello que profundamente deseamos y que nos hace volver la mirada a Dios y a nuestros hermanos y hermanas.

Paula Torres aci

No hay comentarios.: