No hay primera sin segunda


El evangelio de este domingo es complemento del anterior. Pareciera que Jesús nos quiere decir que está bien pedir perdón (como el publicano de la semana pasada), pero que es mejor poner en obra el arrepentimiento. Esta vez no se trata de una parábola, sino del jefe mismo de los publicanos, que devuelve con creces lo que ha conseguido malamente. Si el domingo pasado aquel que se reconocía pecador se iba “justificado ante Dios”, la situación de Zaqueo es mayor, pues la “salvación ha llegado a su casa”. ¿Qué es lo que hace pasar de la conversión afectiva a la conversión efectiva a Zaqueo?

Todos tuvimos un compañero en el colegio apodado ‘chico’, ‘pitufo’, ‘chongo’, ‘pulga’… y, curiosamente, en la mayoría de ellos su personalidad era inversamente proporcional a su tamaño. Enfrentar al mundo desde abajo los obligaba a crecer en temperamento. Supongo que la necesidad de ser espectadores de primera fila (pues desde más atrás los demás les impedían ver) les enseñó a arreglárselas para ir tras su objetivo. Pero, volviendo a lo nuestro, lo que quería el ‘chico Zaqueo’, no era cualquier cosa, sino “ver quién era Jesús”. ¡Qué bien nos haría intentar encontrarnos con Él, en vez de estar preocupados por criticar –con o sin razón– a la Iglesia! Si a cambio de decir ellos no me dejan ver a Jesús nos subiéramos a una “Higuera”, posiblemente que hace rato lo habríamos “recibido con alegría”.

Pero quizás no lo hacemos porque tenemos miedo de perder parte de lo que ya tenemos seguro, y sobre todo porque no nos gustaría devolver aquellas cosas que, injustamente, hemos conseguido de otros. ¿Seremos, los estudiantes, capaces de decir devolveré esta nota por haber copiado?; ¿Seremos, los empleados, capaces de decir trabajaré horas extras por las veces que he sacado la vuelta?; ¿Seremos, los empresarios, capaces de decir voy a pagar el sueldo ético?; ¿Seremos, los papás y mamás, capaces de decir estaré más con mis hijos?; ¿Seremos, los políticos, capaces de decir no re-postularemos a nuestros cargos si no logramos mejorar la educación? ¿Seremos, los profesionales, capaces de decir pediremos salarios menores con tal que exista una distribución más equitativa de la riqueza?... ¿o será que la horma de este zapato nos queda demasiado grande?

Andrés

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que me parece interesante es que Jesús toma la iniciativa... "hoy tengo que alojarme en tu casa" confiando a continuación en la respuesta de conversión de Zaqueo.

Quizá si nos atrevemos a descubrir ese Dios que ya está en nosotros, que ya nos ama, podremos atrevernos a devolver lo que injustamente hemos recibido, como dice la reflexión. Quizá ese amor nos puede dar fuerzas para vencer los miedos y aprensiones que nos mantienen estáticos...